La ciudad de las flores se rindió al fútbol y al Real Madrid. El equipo de José Mourinho explotó toda su creatividad en el Tianhe Stadium y destrozó al líder de la Superliga, el Guangzhou Evergrande con siete goles como siete soles de oriente. Cada uno superaba al anterior, hasta llegar al clímax: el tanto de Jesé con el pecho, tras un pase de rabona de Di María. Un gol de ciencia ficción que el Real Madrid hizo real en una gran exhibición de calidad individual. Khedira, Özil, Benzema (2), Cristiano y Di María firmaron el resto. La única nota negativa, la ausencia de Sahin, que sigue con molestias en la rodilla.
Así pues, prueba válida para Mourinho, aunque con matices. Válida por la cantidad y la calidad de los goles; por las probaturas del técnico; por los minutos para Higuaín, Di María y los canteranos y porque el Real Madrid sigue invicto (seis de seis). Y con matices, sobre todo por la entidad del rival chino y su anémica defensiva. Aún así, nunca sudó tanto el Real Madrid para ganar con tanta facilidad. Más que un duelo ante el líder de la Superliga china, fue un entrenamiento contra los elementos, contra esa humedad pegajosa (entre 55 y 68%) a la que consiguió vencer un Real Madrid ambicioso, insaciable y extremadamanete vertical, incluso cuando Mourinho revolucionó el equipo. Los últimos 30 minutos, el Madrid jugó con Adán; Arbeloa, Varane, Carvalho, Nacho Fernández, Albiol, Pepe, Coentrao, Di María, Kaká e Higuaín. Siete jugadores defensivos más Coentrao, por tres atacantes (luego salió Jesé por Pepe). Considerando que ha sido la penúltima prueba antes de la ida de la Supercopa ante el Barcelona, preocupa ver a Pepe y Albiol compartiendo el centro del campo.
Pronto Khedira definió lo que sería el partido: un paseo militar para los blancos. El alemán irrumpió en el área como un tanque, para desmontar la defensa que pretendía ser una muralla china, y que ya en el minuto 6 quedó en escombros. Benzema hizo el trabajo de precisión en la banda, para poner la munición al alemán en la cabeza. Un año después, Kedhira demuestra tener la pegada de la que se hablaba cuando llegó.
Fue el prólogo de lo que llegó a convertirse en 'Betseller' y en el que el primer protagonista fue Özil. En el 30', el turco-alemán se asoció al primer toque con Khedira para hacer el segundo después de burlar a la defensa y reburlar al portero Yan Jun. El 10 blanco, que dignifica el número que lleva, es el valor diferencial del Real Madrid. Es la pausa y la velocidad; la clase y la elegancia; el toque y la creación. Tiene alma de asistente y carece del ego del goleador. Prefiere asistir a marcar. Un valor poco extendido en su entorno. Y lo volvió a demostrar en el tercero. Generó la jugada, tocó con Cristiano, quien se adornó para dejar solo a Benzema. El francés, al límite del fuera de juego, volvió a decir "este será mi año" y batió al meta con un tiro raso y cruzado proyectado con su pierna izquierda.
Fue el tercero y antes del descanso. A la vuelta del parón, el francés siguió a lo suyo y amplió su repertorio con otro gol, esta vez con la derecha y también cruzado. Si hasta aquí ya era difícil elegir el mejor gol, ahora llegaría el momento de máxima inspiración. Apareció Cristiano en escena, hasta el momento activo pero poco acertado, para deleitar a China con un gol de tacón que recorrerá el mundo, por su belleza y por su autor. Aunque quizás le haga sombra el que vino después, el sexto: diagonal diabólica de Di María que llega hasta línea de fondo para centrar de rabona. El canterano Jesé encumbró la jugada rematando con el pecho. Ya nadie habla de otra cosa.
Luego, el propio Di María enterraba al llamado Manchester City de Asia, que ya había quedado al descubierto antes del descando, con el séptimo: solo y acompañado en el ártea de unos 5 o 6 compañeros del Madrid. Hace un año en la segunda china y actualmente el líder de la Superliga del país oriental, al Guangzhou Evergrande del multimillonario Xu Jiayin, capataz del gigante inmobiliario chino Evergrande Real Estate Group, se le volvió en contra la plataforma publicitaria que tenía enfrente y quedó retratado. El argentino Dario Conca, entre los cinco jugadores mejor pagados del mundo, defraudó. Sólo Murigui, que mareó a Marcelo en más de una ocasión, dio la cara. Aunque el premio y el consuelo se lo llevó Yang Yihu, que hizo el del honor para los chinos en la penúltima prueba del Real Madrid antes de enfrentarse a su bestia negra en la Supercopa, el FC Barcelona. Antes de eso, aún queda el Tianjin, también en China.
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